11. Cuidado con el portero

jueves, 27 de septiembre de 2007

A veces presiento que el portero se dio cuenta. Ya sé que debería cortarla con la paranoia, pero creo que esta vez va en serio. Casi todas las mañanas lo bajo a Burbujita antes de irme al trabajo, excepto que me haya quedado dormido otra vez y esté llegando tarde. Antes el portero siempre me daba algo de charla, y yo trataba de sacármelo de encima porque no existe un sólo día en el que no esté apurado (y aparte porque es un chismoso.) Pero desde hace unos meses lo noto como tenso; me dice “hola” bien bajito y con los labios prácticamente cerrados, y después se queda callado. A esa hora por lo general suele manguerear la vereda del edificio; porque olvídense de que vaya a pasar un trapo como corresponde, el se queda ahí parado con la manguera en alto, y mientras, le saca conversación a todo inocente que tenga la mala suerte de haber salido a la calle temprano. La cuestión es que cuando me ve pareciera como si lo atacaran los nervios, porque entonces se le resbala la manguera y empieza a salpicar para todos lados; hasta juraría que se le debilita el chorrito.

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