04. En la tienda de cómics

lunes, 3 de septiembre de 2007

Hoy pasé por la puerta de una comiquería en plena calle Corrientes. Había una cola infernal de gente, ya fuera porque la casa era muy buena o el local muy angosto. Toda esta gente seguramente no diría que está comprando en una comiquería: ellos van decir con mucho convencimiento que están en una tienda de "comics". Y seguramente estén en lo cierto; porque a mí también se me dio por entrar, y entonces me encontré con todos superhéroes extranjeros: la liga de la justicia con quórum absoluto, orientales de armaduras zodiacales y fosforescentes, y también mucho pseudo-héroe improvisado, de poderes inverosímiles y nombres impronunciables. Obviamente no faltaban las historietas de Batman (en todas sus reencarnaciones y cambios de imagen), ni sus álbumes de figuritas, tazas, pósters, remeras, y hasta los muñecos de toda la parentela (el comisionado, la bati-chica, Robin, los villanos, y todo un gentío adicional que desconozco.) Eso sí: les puedo asegurar que no había un sólo producto de Súper Crispín, ¡pero ni uno sólo! (ni siquiera un mísero pin.) No sé si anotarme en un curso de goma eva, refrescar mis conocimientos de primaria en relación a la arcilla, o desempolvar la plastilina; pero voy a tener que autogestionarme y generar mi propio merchandising. Como servidor de la comunidad, me encuentro ante el deber moral de no contribuir a esta continua invasión anglosajona (y tampoco me vendrían mal unos pesitos extra.) Soy consciente de que me tengo que dar a conocer un poco mejor, porque hay toda una muchedumbre allá afuera esperando por superhéroes más reales, ídolos con los que puedan identificarse. No necesitan más de estos metrosexuales con ayudantes siliconadas; que por miedo a despeinarse el jopo, prefieren utilizar aparatejos de última tecnología antes que pegar una buena trompada. A estas alturas nadie va a creer que con sólo apretar un botón, y pronunciar dos o tres frases trilladas, se pueden eliminar todos los problemas de una ciudad. Sin embargo, estos chicos siguen malgastando todo el dinero de sus padres en cachivaches importados porque no tienen una propuesta local. Estos chicos, además, probablemente nunca se llevaron a nadie a la cama, ni tienen amigos. En definitiva: estos chicos están muy desamparados, no tienen un referente, y por lo tanto necesitan productos de un verdadero superhéroe; me necesitan a mí. Y también necesitan de un buen dermatólogo.

1 comentario:

Caetano Evon dijo...

ya se viene super críspin, aquel zoopererue más real..
esperamos su merchandising y sus azañas con paciencia
un abrazo
cruel lo del dermátologo xD