24. Arremolinado

miércoles, 9 de enero de 2008

Ya que tengo capa y antifaz, no veo por qué no podría tener también un sombrero. Eso solucionaría infinidad de problemas, que a su vez pueden sintetizarse en sólo dos: remolino izquierdo y remolino derecho; ambos en la zona trasera de la nuca y claramente visibles. Porque incluso el gel ultrafijador probablemente no fue diseñado teniendo en mente que algunas personas puedan llegar a volar al aire libre con regularidad. Si ya cualquier cabello se descontrola totalmente al caminar por la plaza en una tarde ventosa de otoño, imagínense si continuamente tuviesen que volar a varios metros de altura, atravesando la atmósfera a una velocidad considerable. ¿Ustedes creen que volverían a tierra con cada pelo en su lugar? ¿De qué sirve presenciar tres horas de la ya clásica pelea yema del dedo índice versus remolino rebelde?
¿Y el típico tijeretazo de más? Porque el remolino tiene su límite de tolerancia, un límite muchas veces desconocido por el peluquero, y que jamás debe ser violado o las consecuencias serán desastrosas. Desastrosas para el pobre cliente, claro está, que indefenso se entrega a las manos del profesional. Consecuencias que luego no pueden ser reparadas con el clásico comentario indulgente posterior de "bueno, esto lo peinás con gel". Es que mi peluquero no tiene pinta de haber volado más que en avión; y capaz que el gel ultrafijador a él sí le sirve, y por eso puede hacerse el temerario con la tijera e ir asesinando remolinos a diestra y siniestra. Pero yo ni siquiera cuento con el súper secador de peluquería con el que me aplasta provisoriamente todos los mechones de pelo, que seguramente van a saltar descontrolados apenas salga del local y camine dos cuadras.

No hay comentarios: