Pero déjenme decirles que existen también otras armas, que a simple vista parecen objetos inofensivos, comunes y cotidianos que no merecen la mínima atención. Y tal vez eso es lo que las vuelve tan poderosas.
Hoy, por ejemplo, el día estaba bastante inestable en la capital (y diría que mi estado de ánimo también.) Por suerte el Ingeniero no vino a la oficina, así que pude tomarme mi hora de almuerzo sin sobresaltos. Y tuve incluso la mayor suerte de poder juntarme a almorzar con una gran amiga (una hermana casi); de nombre exótico, y sentido del humor todavía más exótico.
Comimos entre risas, charlas, y gente jugando carreras de bandejas. Pero lo que quiero destacar de esta anécdota no es lo bien que lo paso con mis amigos, ni lo sociable que soy. Lo verdaderamente importante en todo esto, es que al salir se había largado a llover con intensidad, y mi amiga se había dejado su paraguas en la oficina. Entonces se quedó parada, observando el mundo detrás de la puerta automática con cara de pollo mojado (y eso que todavía estaba seca.) Tenía el mismo aspecto de las muchas damiselas indefensas y en apuros que tengo que socorrer continuamente. Y a pesar de la falta de antifaz, capa y pistolita, recurrí a un arma simple pero poderosísima: saqué mi paraguas y la cubrí con él, para acompañarla hasta la puerta de su trabajo.
Y una vez más, Súper Crispín cumplió exitosamente con su misión.
22. Súper almuerzo
martes, 25 de diciembre de 2007
Publicado por Súper Crispín en 17:49
Etiquetas: Súper Crispín
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1 comentario:
Esa amiga tuya tiene mucha suerte de contar con un superhéroe que la salve de los embates de la vida cotidiana. Que hubiera sido sino de ella, el resto de la tarde en la oficina, con cataratas de agua en el pelo y próxima al aire acondicionado?
:-)
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