15. Súper arreglo

martes, 23 de octubre de 2007

Este domingo se canceló una salida que tenía planeada, así que aproveché para intentar arreglar mi pistola paralizante. Obviamente ya no quedaba ningún rastro del suavizante de la tintorería, pero de todas formas seguía disparando burbujitas.
Saqué los destornilladores para desarmarla, y nuevamente me faltaba el tamaño que coincidiera exacto con los tornillos. Maldita la hora en que le compré el kit a ese vendedor ambulante, arriba del colectivo. Yo no sé en qué país los habrán fabricado (ni siquiera cuenta con la famosa leyenda de “made in...”) pero, de los siete que son en total, nunca encuentro un sólo destornillador que encaje justo con algún tornillo. De todas formas ya estoy acostumbrado, y con un poco de presión e ingenio pude desarmar la pistola completamente.
Luego limpié pieza por pieza con un trapo humedecido en algodón, y las dejé secando al aire libre. Debo reconocer que rearmarla me llevó el doble de tiempo y de esfuerzo; y todavía resultó peor que, una vez que volvía a tener la pistola en mis manos, descubrí que me estaban sobrando tres tuercas y una arandela, que habían quedado apoyadas sobre la mesa. Desconozco si Don Murphy lo habrá incluido en su legislación, pero yo tengo la convicción de que siempre que uno desarma algo y lo vuelve a armar, le sobran piezas. Lo he demostrado empíricamente en más de una ocasión.
De momento parecieran ser unas tuercas innecesarias, porque la pistola sigue sin desarmarse y recobró toda su capacidad paralizante. Eso sí: de vez en cuando se le escapan dos o tres burbujas.

1 comentario:

Caetano Evon dijo...

siii me pasó mucho q sobran tuercas..
siempre fue más fácil desarmar q armar, y nunca prestó atención cuando desarmo.. q c yo..
super crispín arreglando sus cositas.. quien lo hubiera pensado