21. La belleza de lo cotidiano

lunes, 17 de diciembre de 2007

Y esto no quiere decir que esté subestimando a mi profesión, o que me quite mérito; un arma tampoco serviría de mucho sin la habilidad y el coraje (y en definitiva el "charme") de quien la utiliza.

Sin embargo, creo que existe el prejuicio generalizado de que un superhéroe debería realizar grandilocuentes despliegues de artefactos de diseño italiano y última tecnología; de que se tiene que limitar a apretar botones como si estuviera haciendo zapping desde el sillón de su casa; de que a lo sumo podría condimentar la escena con frases marketineras, y usar un traje bien sexy que le resalte los pectorales (trabajados en un gimnasio y no en la lucha diaria contra los malhechores, claro está.) Porque para el común de la gente, el superheroísmo se convirtió en un mero espectáculo y dejó de ser visto como lo que realmente es: una profunda vocación de servicio a la sociedad.
Y si no están de acuerdo conmigo, incluso a riesgo de sonar reiterativo y ensañado, les propongo que miren alguna de las últimas aventuras de Batman. Pero déjenme decirles que existen también otras armas, que a simple vista parecen objetos inofensivos, comunes y cotidianos que no merecen la mínima atención. Y tal vez eso es lo que las vuelve tan poderosas.

1 comentario:

Caetano Evon dijo...

mi lapicera mata cucarachas.