Pero déjenme decirles que existen también otras armas, que a simple vista parecen objetos inofensivos, comunes y cotidianos que no merecen la mínima atención. Y tal vez eso es lo que las vuelve tan poderosas.
Hoy, por ejemplo, el día estaba bastante inestable en la capital (y diría que mi estado de ánimo también.) Por suerte el Ingeniero no vino a la oficina, así que pude tomarme mi hora de almuerzo sin sobresaltos. Y tuve incluso la mayor suerte de poder juntarme a almorzar con una gran amiga (una hermana casi); de nombre exótico, y sentido del humor todavía más exótico.
Comimos entre risas, charlas, y gente jugando carreras de bandejas. Pero lo que quiero destacar de esta anécdota no es lo bien que lo paso con mis amigos, ni lo sociable que soy. Lo verdaderamente importante en todo esto, es que al salir se había largado a llover con intensidad, y mi amiga se había dejado su paraguas en la oficina. Entonces se quedó parada, observando el mundo detrás de la puerta automática con cara de pollo mojado (y eso que todavía estaba seca.) Tenía el mismo aspecto de las muchas damiselas indefensas y en apuros que tengo que socorrer continuamente. Y a pesar de la falta de antifaz, capa y pistolita, recurrí a un arma simple pero poderosísima: saqué mi paraguas y la cubrí con él, para acompañarla hasta la puerta de su trabajo.
Y una vez más, Súper Crispín cumplió exitosamente con su misión.
22. Súper almuerzo
martes, 25 de diciembre de 2007
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21. La belleza de lo cotidiano
lunes, 17 de diciembre de 2007
Y esto no quiere decir que esté subestimando a mi profesión, o que me quite mérito; un arma tampoco serviría de mucho sin la habilidad y el coraje (y en definitiva el "charme") de quien la utiliza.
Sin embargo, creo que existe el prejuicio generalizado de que un superhéroe debería realizar grandilocuentes despliegues de artefactos de diseño italiano y última tecnología; de que se tiene que limitar a apretar botones como si estuviera haciendo zapping desde el sillón de su casa; de que a lo sumo podría condimentar la escena con frases marketineras, y usar un traje bien sexy que le resalte los pectorales (trabajados en un gimnasio y no en la lucha diaria contra los malhechores, claro está.) Porque para el común de la gente, el superheroísmo se convirtió en un mero espectáculo y dejó de ser visto como lo que realmente es: una profunda vocación de servicio a la sociedad.
Y si no están de acuerdo conmigo, incluso a riesgo de sonar reiterativo y ensañado, les propongo que miren alguna de las últimas aventuras de Batman. Pero déjenme decirles que existen también otras armas, que a simple vista parecen objetos inofensivos, comunes y cotidianos que no merecen la mínima atención. Y tal vez eso es lo que las vuelve tan poderosas.
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20. Simbiosis héroe-arma
lunes, 10 de diciembre de 2007
Qué sería de un superhéroe sin sus armas; porque no todos tenemos la suerte de que nos practiquen experimentos extraños que luego salen mal, o de que nos bañemos en derrames tóxicos de una fábrica, o de que nuestros padres sean extraterrestres o seres sobrenaturales, etcétera. No todos disparamos sustancias extrañas de nuestras manos, ni tenemos una fuerza sobrehumana, ni levantamos objetos con la mente. Algunos (la mayoría quizá) somos simples personas que tenemos que conformarnos con aferrarnos a un objeto, a un arma, para tener súper poderes. Porque aunque siga con el problema de que mi pistolita aturdidora todavía dispara burbujas de vez en cuando, no podría salir a combatir sin ella. ¿Y sin mi capa? ¿Cuánto tendría que cobrar por mes para poder pagarme todos los remises que me lleven hasta la escena del delito?
Estoy convencido de que debo ser uno de los pocos entre mis colegas, que tiene la humildad suficiente como para reconocer que sin la tecnología no somos nada (o casi nada.) Y esto no quiere decir que esté subestimando a mi profesión, o que me quite mérito; un arma tampoco serviría de mucho sin la habilidad y el coraje (y en definitiva el "charme") de quien la utiliza.
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19. Súper acalorado
lunes, 3 de diciembre de 2007
¿Cómo voy a hacer ahora con los días de calor que se vienen? Porque les puedo asegurar que con este traje te transpirás todo, hasta en lugares del cuerpo que ni sabías que existían. Mientras estoy en el aire dentro de todo la piloteo, porque hace más frío y te da todo el viento en la cara; pero en cuanto dejo de estar en movimiento y apoyo los pies en la tierra, me mojo de transpiración al instante. La capa en particular es muy pesada y calurosa, pero no me la puedo sacar porque nunca sé bien cuándo la voy a necesitar. Ahora digo yo: ¿tan difícil será diseñar un traje que sirva para combatir al mal en verano? Porque si los maratonistas, por dar un ejemplo, tienen ropa especialmente preparada para soportar el calor, no veo por qué los superhéroes no podemos disfrutar de los mismos beneficios; cuando claramente cumplimos una misión mucho más altruista que pasársela dando vueltitas a una pista. ¡Ah! Cierto que seguimos en categoría amateur, que somos unos parias. Y seguramente que en su tiempo libre, Bruno Díaz debe ser un fucking maratonista.
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